Toda mi infancia viví en casa de mis abuelos, era una casa demasiado grande, la cual era atravesada por un corredor bastante extenso, en el que al llegar al final se encontraba una reja (puerta), que daba acceso a un gran patio con piso en granito con retoques de vinilo de todos los colores; esa reja la utilizaba para "treparme" a una terraza a jugar, o también me subía para esconderme de mi mamá cuando estaba brava. El patio de esa casa fue mi primera cancha de fútbol (que yo me acuerde jajaja), fue mi refugio, mi escape de los problemas que me ganaba por mi comportamiento, ese patio con el que me creía Da Vinci o Miguel Ángel pintando todo lo que se me atravesara, muros, puertas, tablas (un mesón que se encontraba ahí), el piso, una ventana que daba a una alcoba que de casualidad era la mía, la cual comprimía con mi primo; otra cosa que recuerdo que hacia en ese patio era reventar alambres de colgar ropa, ya que mantenía jugando dentro de las sabanas mojadas que ponían al sol. Lo bueno de esas cosas que ocurrieron en ese espacio, lugar, rincón, esquina y/o demás, es que son momentos inolvidables e irrepetibles, o de pronto se puedan repetir con nuestros hijos viéndolos y acompañandolos, ya que dicen que recordar es volver a vivir.
mostro jajajajajja
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